Los reflectores normalmente se ubican de la siguiente manera: uno al frente, uno atrás, uno en cada llanta entre los radios y otros en los pedales. Este juego de reflectores crean una imagen mucho más fácil de identificar para el observador, ya que proveen una serie de puntos luminosos, que el cerebro puede interpretar y producir la información necesaria para ubicar al ciclista con mayor precisión.
El porqué de los colores:
Internacionalmente,
los vehículos que ruedan manejan una convención muy sencilla cuando de luces y
reflectantes se trata: el color blanco indica el frente del vehículo, el color
rojo indica la parte trasera del vehículo y el amarillo indica los costados. De
tal modo, que al brillar las luces y reflectantes que llevamos en nuestra
bicicleta, la persona que nos observa puede saber con seguridad hacia dónde
vamos y con qué velocidad.
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